lunes, 12 de septiembre de 2011

Profundizar el modelo: ¿Qué queremos decir cuando decimos “vamos por más”?

Por Emilio Brezicki

Prefacio

Dirijo este texto a quienes militamos el Proyecto Nacional y Popular por fuera de las estructuras tradicionales que lo conforman en el ejercicio de la gestión. A todos los que desde su espacio autónomo e independiente y con vocación de frente, transitan con nosotros este camino que estamos convencidos que es el correcto; sin que ello obste para que nuestras ambiciones de cambio no mermen y sigamos impulsando –sin claudicar en nuestras ideas– un rumbo de libertad, igualdad y solidaridad que anhelamos desde que nos decidimos a ser parte.


Escuchamos con frecuencia a nuestros principales referentes decir que nosotros estamos por “la profundización del modelo” y que “vamos por más”. Asentimos y convertimos esto en axioma, pero ¿Nos preguntamos realmente que

significa “más”?


Surgen muchas preguntas acerca de nuestro origen, nuestra realidad y la factibilidad de nuestros principios en este singular contexto sociohistórico. Este humilde ejercicio de reflexión pretende simplemente aquello: hacernos pensar sobre donde estamos parados, tanto en forma absoluta (quienes somos y que queremos) como en forma relativa (que posición ocupamos frente a nuestros opositores y entre nuestros aliados).



Ideología

En el aspecto fundacional, es vox populi que partimos del movimiento cooperativo. Esto implica en pocas palabras que estamos a favor de fomentar la libre asociación de personas para producir ‐en calidad de iguales (sin patrones ni explotados)‐, en un marco de seguridad jurídica, equidad tributaria, sustentabilidad ecológica y responsabilidad ética; en armonía con las demás arquitecturas empresariales que coexisten en el mercado.


Como primer punto, esto implica aceptar y rescatar algunos principios correspondientes a las diversas vertientes del socialismo (que creemos que muchos aún tienen plena vigencia y validez), sin asumir la falacia de que aspirar a mayor igualdad implica necesariamente ir en detrimento de nuestra libertad, al mismo tiempo que reconocemos la utilidad del mercado (en tanto que instrumento al servicio de la sociedad en su conjunto) como facilitador en los procesos de intercambio.


Más bien todo lo contrario a lo subrayado; la libertad entendida como presupuesto de la igualdad. En una sociedad donde las personas no son iguales, las relaciones humanas son de dominación, de amos y esclavos, no de hombres y mujeres libres (iguales en la libertad). En una bella definición de lo que debería ser un sistema político en relación a esto, Edvard Kardelj(1) escribió:


Ni el estado, ni el sistema, ni un partido político pueden darle la felicidad a la persona. La felicidad es algo que sólo la persona puede crear para sí misma. Las fuerzas de vanguardia del socialismo y la sociedad socialista, por lo tanto, deben tener solamente un objetivo: crear, según las posibilidades que brinda el momento histórico, las condiciones en las cuales la persona será lo más libre posible para su desarrollo y realización personal, es decir, poder —con base en la propiedad social de los medios de producción— trabajar libremente y, en consecuencia, crear su propia felicidad. La autogestión no es sino esto.(2)


Supone esta idea (pudiendo si se quiere obviar la retórica marxista), un ejemplo de lo que puede ser (y ha sido) una sociedad donde se resuelve la tensión existente entre libertad e igualdad.


Donde la presencia del Estado sirve como regulador y organizador para garantizar la democratización en el acceso a la felicidad3 de las personas, mas no como un ente todopoderoso que dicta como vivir la vida en todos sus órdenes o como creador de dogmas filosóficos y políticos que se han de acatar so pena de persecución, convirtiendo el ejercicio de la política en una religión más que en una actividad honorable en función del bien común, y que aquí intentaremos dignificar.


A continuación haremos entonces uso de esta valiosísima experiencia histórica (la Autogestión en la RFSY(4) para intentar aprovechar las lecciones del pasado que pueden brindarnos enseñanzas en el derrotero de la conformación de la identidad política. Sí supongo pertinente aclarar y tener en cuenta a lo largo de esta lectura, que el propósito de estas comparaciones es simplemente aprovechar las enseñanzas de la historia, sin ningún ánimo de idealización de modelos o personas; y es por este motivo que no entramos en debate con la totalidad de las aristas que pueda presentar este ejemplo, sino que brevemente extraeremos los aspectos que nos puedan echar algo de luz sobre los diversos caminos que se abren ante nosotros.



De la felicidad

Esta distinción marca un quiebre fundamental. No solo con el ideario socialista ortodoxo, sino también con buena parte de la cultura occidental; donde se ha intentado definir a la felicidad como a un universal. Un filósofo o un líder político podían prescribir a la humanidad lo que era la felicidad y lo que debía hacerse para alcanzarla. Los modelos políticos adoptaban una u otra definición y usaban su poder de coerción para imponerlo al conjunto. De esta manera, todo era válido; pues un fin tan noble como la felicidad de la sociedad, puede justificar prácticamente cualquier cosa.


Definir a la política como una herramienta para dar libertad, y que esta libertad a su vez ha de utilizarse simplemente para construir la propia felicidad, significaría que un Estado no ve a su pueblo como una masa informe, sino que se yergue atento a las necesidades de sus elementos fundacionales: las personas. Una de las patas principales del sistema para lograr esto, se basaba en un camino que nosotros hace poco empezamos a recorrer: la tan mentada “descentralización”.


Descentralizar implica una batería de conceptos, y sobre todo de hechos concretos: Implica delegar el poder en instituciones de menor alcance, que estén más cerca de la gente; para que de este modo puedan ser más eficientes en la satisfacción de sus necesidades y al mismo tiempo la gente pueda cumplir mejor el rol de contralor que los modelos de democracia directa y participativa proponen. Implica un acto de grandeza desde arriba hacia abajo en la jerarquía política, pues quien deriva recursos, pierde el rédito político de lo logrado con éstos. Implica también un acto de generosidad multidireccional, pues en una democracia de esta naturaleza (a diferencia de las democracias representativas como las nuestras) el elector jamás “cede” sus derechos a sus representantes, sino que simplemente los “delega” y exige rendición permanente de cuentas.


También en sentido inverso; pues quien delega responsabilidades y administraciones en gestiones locales esta básicamente cediendo un espacio de poder, “delegándolo” a quienes tienen una mejor perspectiva sobre la ciudadanía.


Tal modelo en la RSFY ha llegado a dar excelentes resultados en muchos sentidos y se ha vuelto muy problemático en otros. Los primeros grandes obstáculos fueron debido al exceso de burocratización, a la extrema complejidad del sistema y a las debilidades inherentes al asamblearismo.(5)


Resulta evidente a la razón que todos estos inconvenientes, en la actualidad, donde la tecnología de la información ha revolucionado tanto el campo de las comunicaciones, la gestión y la administración, se volverían absolutamente despreciables. En otras palabras, tenemos los medios para poder gozar de un sistema democrático, realmente radical (incluyendo a las asambleas), con casi ninguno de sus inconvenientes y no lo estamos aprovechando tanto como podríamos. Sin embargo, algunas líneas han sido trazadas en esta dirección durante el proceso en curso en nuestro país y aquí es donde creemos que se puede (y se debe) seguir profundizando (ir por más):


» Ley de comunas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (conquista reciente y que se encuentra aún pendiente de implementación)

» Descentralización de las fuerzas de seguridad (en proceso, aún con graves problemas de corrupción estructural)

» Financiación de proyectos sociales a través de las ONGs (que en general han dado excelentes resultados pero se ha hecho evidente que el Estado no esta jugando su papel de auditor de manera idónea)

» Coparticipación Federal (que sea en virtud de las necesidades de desarrollo de cada territorio, en términos relativos al desarrollo de las demás regiones y no dependiente de la sintonía de los signos políticos y como en los puntos anteriores, con necesidad de mayor control sobre los recursos que se asignan)

» Municipios pioneros en participación ciudadana (algunas intendencias, a través de medios como Internet consultan y dan participación directa a la ciudadanía sobre cuestiones inherentes a la gestión y necesidades locales)


También en este sentido es que proponemos una nueva ley de entidades financieras; para poder ser iguales en las posibilidades, en las oportunidades. Es responsabilidad de toda la ciudadanía exigir que esto se debata en el Congreso, evitar que se cajonee y que los mismos de siempre sigan enriqueciéndose a expensas de la inequidad; aunque sea una firma de apoyo al tratamiento del proyecto puede significar el comienzo de la creación de una cultura de participación ciudadana.



De la relatividad

Cuando Kardelj dice “crear, según las posibilidades que brinda el momento histórico, las condiciones en las cuales la persona será lo más libre posible para su desarrollo y realización personal”(6), contempla con esta salvedad que los sistemas no son imperfectibles, que los fenómenos de la realidad social, la política y la economía son multicausales, y que la práctica debe ser flexible y tener la capacidad de acomodarse a las diferentes coyunturas, mas no perdiendo de vista el objetivo principal: la creación de las condiciones de libertad (nuevamente y también como lo señalara Hannah Arendt(7), como producto de la igualdad) para que cada quien pueda vivir su vida lo más plenamente posible.


Dicho de otro modo, señalamos la imperiosa necesidad de ser críticos y reflexivos en todo momento, dando nada por sentado y escapando al dogmatismo en todo momento.


En este sentido, la RSFY reformó su Constitución en repetidas oportunidades conforme a los avances de la sociedad en materia de Autogestión y en consonancia con las modificaciones del mapa mundial en el contexto de la Guerra Fría. Mientras tanto, nosotros aún seguimos adoptando la fe católica como religión oficial (ni siquiera hemos sido capaces de hacer cumplir con la enseñanza laica obligatoria en todas nuestras provincias como marca la Constitución Nacional(8) y financiamos a través de nuestros impuestos a los diversos cultos que se profesan en el país.


Esto bajo ningún punto de vista quiere decir que estemos contra las instituciones religiosas de ningún tipo o mucho menos, contra los credos en general. Simplemente subrayamos la necesidad de hacer cumplir nuestra Constitución Nacional, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados internacionales a los que la Argentina suscribe y ha firmado y ratificado; a la vez que estamos convencidos del grave error que significa exaltar la religiosidad (de la mano de los nacionalismos, que a continuación estaremos ampliando) en un ámbito cada vez más diverso; donde todos los vectores sociales deben tener garantizada la comodidad en los espacios públicos. En virtud de ello es que defendemos el laicisísmo y el internacionalismo.


He aquí donde también tenemos una lección histórica en la experiencia yugoslava; donde la desatención a las necesidades, pasiones y creencias individuales, regionales y nacionales condujeran a una sangrienta guerra fraticida. Nosotros creemos firmemente en los procesos de integración regional, en abrazar a nuestros hermanos latinoamericanos y desde la unión crear un contrapeso real a las potencias neocoloniales. Creemos más en el modelo “solidario” y popular, que en el “nacional” y popular. Podemos adoptar una postura nacionalista entendiéndola solo como una cuestión identitaria, que nos permita decir quienes somos, y desde allí negociar de igual a igual con cualquier otro actor del globo. No como algo que deba hacernos sentir “orgullo” o mejores que nuestros vecinos (pues ser argentino no es ningún mérito per se, simplemente significa haber nacido dentro del territorio nacional). No entender esto se traduce en creer que las cosas que somos, que no dependen en absoluto de nuestro esfuerzo, creatividad, talento o sacrificio es digno de loas de algún tipo. Es conformarse con haber nacido aquí y creer que por ello ya hemos hecho suficiente como para prescribir a toda la humanidad la suficiencia de la argentinidad. Esto claramente es ir por menos, es flamear la bandera equivocada, lacerar el importantísimo proceso de integración emprendido por Nestor Kirchner (e ignorar su legado) y conducirse como un ser programado, que no responde a la razón, sino a los imperativos implantados por una ley de educación obsoleta, aquella diseñada por Sarmiento e implementada por Roca que promovía la exaltación del nacionalismo con el propósito de integrar regiones disímiles. Este escollo fue sorteado hace ya mucho tiempo y no existen problemas de cohesión o identidad en nuestro país: satisfecho determinado objetivo, cesa la política que lo alcanzó.(9)


Es necesario comprender que la exacerbación de sentimientos tan viscerales como la nacionalidad puede tener consecuencias irreparables y que por otra parte atenta contra el creciente sentimiento internacionalista10, tan necesario como contrapartida de la globalización transnacional; que a su vez no es otra cosa que el instrumento de los países centrales para hacernos presos de los grandes complejos industriales, financieros y militares, so pretexto de pelear por la libertad y la democracia en el mundo.



Del papel del Estado

Previamente a discurrir sobre el rol de las instituciones en la sociedad, sería conveniente definir que modelo social es el que queremos. Las premisas del socialismo autogestionario aquí cobran vital importancia no en tanto a “modelo a emular”, sino en virtud de su naturaleza superadora. Vivimos en un mundo donde ya hace mucho tiempo que el socialismo tradicional ha perdido preponderancia y donde la democracia representativa burguesa viene dando señales inconfundibles de obsolescencia y agotamiento.


Es necesario ser creativos y proactivos en el desarrollo e implementación de medidas que apunten a un cambio de modelo en consonancia con un mundo que se reconfigura permanentemente. Los cambios “revolucionarios” a lo largo de la historia han demostrado ser en la mayor parte de los casos un fracaso, ora por nacer de una pequeña facción no representativa del total de la sociedad, ora por operar en forma coercitiva y totalitaria una vez en el poder como único medio de mantenerse en el.


Si los cambios han de ser beneficiosos y duraderos, se deduce naturalmente que estos deberían ser acompañados por el sentir de la ciudadanía. Siguiendo este razonamiento, para que la ciudadanía acompañe con su sentir, es menester entonces generar conciencia ciudadana acerca de las serias contradicciones que entrañan los modelos y las políticas que criticamos en el marco de las economías capitalistas (esto es, en otras palabras, una “revolución fría”); y sobre todo que no es necesario resignar logros ni retroceder en las conquistas obtenidas, sino que los paradigmas superadores proponen destilar lo mejor de ambos mundos para alcanzar un estadío de mayor armonía entre los hombres y el medio.


Mantener las directrices de la macroeconomía bajo la influencia del Estado parecería ser una elección sensata en un momento donde los estados nacionales deben hacer frente a las agresiones que representan las inversiones transnacionales, que suelen ser de carácter extractivo. Entendemos que para el desarrollo, la inversión extranjera puede ser deseable, pero no a cualquier costo.


Como hemos dicho al comienzo, el mercado puede ser una herramienta útil sí y solo sí está al servicio de la sociedad. De aquí a entenderlo como un ente autónomo e inteligente con la capacidad de regular la economía en todos sus órdenes hay un trecho muy largo. Dar por hecho que el mercado libre y desregulado tiene esta capacidad es tanto o más ingenuo y utópico que cualquiera de los sistemas de corte social en toda la historia de la humanidad pergeñados, implementados o siquiera soñados.(11)


Las teorías liberales, neoliberales y libertarias encuentran su sustento teórico en el principio de “competencia perfecta”. Esto quiere decir que en el concurso de oferentes en el mercado, simplemente será capaz de colocar sus mercancías quienes ofrezcan sus productos con mejor calidad y a un menor precio. Toda intervención del Estado en esta interacción se califica como “distorsión” y por lo tanto es “indeseable”. Ahora bien, el liberalismo económico, en tanto que autoproclamado “abanderado de la libertad” debería ir de la mano del liberalismo político (lo que no es otra cosa que la libertad civil en su máxima expresión)… ¿Es posible evitar el lobby, los cárteles, la corrupción y todas las distorsiones que ocurren en el ámbito privado y que son por lejos mucho más gravosas para la competencia perfecta que la regulación estatal, y esto sin violentar un derecho tan básico como el de libre reunión? Es evidente que no, y esto no puede significar otra cosa que el liberalismo económico es incompatible con el liberalismo político. En otras palabras: el liberalismo no puede funcionar del modo en que su teoría reza que debería, con pueblos libres. La historia hasta ahora ha demostrado que este andamiaje teórico solo ha estado al servicio de los intereses corporativos y nunca de las personas, pues principalmente ha servido para explotarlas y someterlas.


El capitalismo hoy es transnacional. Cuando lo pensamos no cabe hacerlo sino de este modo. Si nos ponemos a meditar sobre las distintas realidades en el mundo y como estas se conectan, afloran las cuestiones que no muestran la insensatez del sistema.


Hagamos el ejercicio de imaginar un opulento hotel de 7 estrellas en Dubai, ornamentado hasta su último rincón con piedras preciosas y donde hasta los picaportes de las puertas son de oro macizo. Por otro lado, imaginemos la minería a cielo abierto que destruye paisajes, contamina (y derrocha) las aguas y vuelve insustentable a regiones enteras.


Pensemos también en la minería tradicional y las condiciones infrahumanas de trabajo de los mineros, quienes ven sus expectativas de vida reducidas a límites propios de siglos anteriores… y todo esto para que un hotel tenga picaportes de oro.


La conclusión que podemos extraer de este ejercicio es en primer lugar, que el papel del mercado en el mundo es de intermediario. No hay conexión entre el minero y el hotelero, pues la minería extrae los recursos del suelo porque “el mercado lo demanda” y allí es donde se vuelve inmoral y alienante; pues desconecta la producción primaria de sus fines. Para evitar canalizar recursos, esfuerzo, creatividad, capital y todo lo que demanda un emprendimiento para propósitos abyectos es que el mercado necesita estar regulado, tener un “cerebro”, algo que lo dirija y que lo vuelva útil a las personas; dado que “libre” significa que solo opera como mediador en los intercambios, haciendo posible esta inmoralización en las relaciones de producción.


“Ir por más” en este sentido significa no solo corregir ciertas inequidades del sistema, sino cambiar al sistema. Convertir paulatinamente la democracia “representativa” en “participativa”, creando cultura de participación directa. Entender la contradicción fundacional que entraña el capitalismo moderno a través del representativismo, es simplemente darse cuenta que un sistema que requiere para su subsistencia expandirse ad infinitum sobre la base de recursos finitos esta condenado tarde o temprano al colapso con consecuencias irreparables para la salud planetaria.


Se han escrito ríos de tinta acerca de la participación del Estado en la economía y mucho se hecho por inflar la falacia de que todo lo dependiente o gestionado parcial o totalmente por el Estado esta determinado a ser ineficiente y corrupto, como si esto fuera una cualidad inherente a lo público, y lo privado solo fuera pasible de virtud.


Nada más alejado de la realidad. Lo cierto es que la corrupción y la ineficiencia pueden ser características de los hombres; y ponerse de manifiesto tanto en emprendimientos privados, como en instituciones públicas. Esta es una mentira que tenemos que esforzarnos en arrancar de raíz, a fuerza de virtud, trabajo dedicado, honestidad y administración ejemplar.


La RFSY en 4 décadas de administración autogestionaria tuvo un crecimiento sostenido a tasas de crecimiento promedio del 5% anual12, incluso atravesando las más severas crisis internacionales de las que el mundo moderno tenga memoria. Fue la joya detrás del telón de acero, y cuando sus más férreos detractores la acusaron de financiar su déficit con deuda externa, lo cierto es que para los años 80 (con la muerte de Tito), ésta ostentaba una ratio de apenas un 8% de su PBI.(13)


Lo mismo puede decirse ‐con correspondencia en la actualidad‐ de los países escandinavos; que tienen lo más altos índices de calidad de vida y desarrollo humano gracias a una excelente participación del Estado (tanto en lo económico como en lo social) de modo muy similar a lo que la autogestión predicaba.


El caso de Islandia también es paradigmático. Cuando en 2008 quedó en bancarrota por haber decidido desregular la actividad bancaria y financiera, la clase política intentó hacerle pagar a la gente los costos del desfalco. El pueblo autoconvocado (esta vez a través de las redes sociales) salió a la calle y no se detuvo hasta que los responsables se hagan cargo, se procese legalmente a los autores y lo que es más: que se reforme la Constitución para prevenir que hechos similares vuelvan a suceder en un verdadero ejemplo para el mundo de democracia directa.(14)


En nuestro país podemos decir que este es un camino que decididamente el gobierno ha emprendido, sea nacionalizando los fondos de pensión, empresas de servicios, participando en empresas clave, en los transportes y muchas medidas más que son loables. Sin embargo, para que esto no sean solo “Medidas de Gobierno” y se conviertan en “Políticas de Estado”, tienen que estar refrendadas por la ciudadanía, a través de leyes promulgadas por el Congreso, por reformas en la Constitución y por las manifestaciones populares, diciendo alto y fuerte que tenemos metas de mucho mayor profundidad y que vamos por más.



De las relaciones internacionales

Se ha dicho mucho sobre la importancia de “ser parte del mundo”, de mantener buenas relaciones con los países desarrollados y de convertirse en un actor competitivo.


Una vez capitulada la triste década de los 90, cuando el “ser parte” era una ficción, y la buena relación con el primer mundo se debía solo a la subordinación (relaciones carnales) y la competitividad era solamente un sueño lejano (pues la política cambiaria lo hacía imposible), se dio inicio a una nueva época.


De modo similar al que Josip Broz encabezara el movimiento de los noalineados, la Argentina hoy preside el G77. En vida, y en pos de la integración regional, Nestor Kirchner ha presidido la UNASUR con acciones destacables (impidió mediante la acción diplomática una conflagración entre Venezuela y Colombia).


Desde luego que el contexto internacional actual es muy distinto al de la Guerra Fría, sin embargo la comparación es válida en el sentido de la organización de los países emergentes (otrora periféricos); pues el hecho de tener foros propios y de hacer nuestra voz una, nos da la fuerza propia de las relaciones simbióticas, con efecto sinérgico. Es de este modo precisamente que se pudo lograr ganar la batalla por el precio de los commodities, que son parte importante del motor de desarrollo de la región. Quienes adjudican el crecimiento solo “al viento de cola”, no están realmente viendo el andamiaje político y el arduo trabajo que se requiere para mantener un tipo de cambio competitivo; como así tampoco en general se hace una correcta valoración de la defensa esgrimida de estas condiciones en los foros internacionales ante los países más poderosos del mundo.


Esta vocación de unión y hermandad de los pueblos es la que creemos que vale la pena rescatar y fomentar. Por una mayor integración en la región y con todo el globo, por una mejor distribución de la riqueza a nivel global, para que los pobres no tengan que pagar por los ricos el precio de la devastación de la naturaleza es que traigo a colación el movimiento que fuera encabezado por líderes como Broz(15), Nyerere(16) y Nehru(17); que supieron mantenerse firmes delante de los gobiernos más influyentes y proclamar la autodeterminación de sus pueblos; y aún así, se mantuvieron abrazados al mundo.



Actualidad política, coyuntura económica y consideraciones finales

Tras todo lo expuesto estamos convencidos que nos ubicamos en el espectro político en sintonía ‐a grandes rasgos‐ con las decisiones de mayor importancia que se han tomado en el proceso en curso. “Ir por más” no quiere decir necesariamente que los caminos se bifurcarán en el futuro. Simplemente es mantener una independencia e indica que la dirección que se ha tomado es la que creemos que nos llevará donde queremos ir, pero que ese lugar, aún está muy lejos.


En el día a día de la militancia, en los distintos foros donde tenemos contacto con militantes de todos los partidos, podemos encontrar muchos puntos en común y también muchas divergencias. Con el oficialismo, las diferencias estriban principalmente en cuestiones formales, tal vez la figura de Perón como “estrella guía”, pero ideológicamente, sobre todo con las juventudes, estamos seguros de tener muchas más coincidencias que diferencias. Probablemente muchas más que las que de hecho tienen ellos con la guardia vieja del propio peronismo.


Es una situación algo extraña, pues llama la atención que sectores de un partido tengan más afinidad con otro partido que con facciones del mismo; aunque teniendo en cuenta la historia y la diversidad del peronismo, es perfectamente entendible. Con la oposición, pasa (valga la redundancia) algo diametralmente opuesto. Pues probablemente con el radicalismo y la izquierda, haya cuestiones en común muy fuertes en lo estrictamente formal (ideales, filiaciones, etc.), pero las diferencias en la praxis son tan abismales que la construcción de consenso se hace virtualmente imposible, por mayor vocación de frente anti‐derecha que se proponga.


En algunos casos, hemos notado que en los ámbitos comunes de debate con las fuerzas aliadas se ha dado un proceso de hegemonización del discurso político; donde todas las acciones de gobierno primero se realizan, y luego la militancia se encarga de justificarlas de modo indubitable y con un grito de guerra de solución binaria: “se está con el proyecto, o se está en contra del proyecto”. No podemos asegurar cuan hondo esta vía de pensamiento esté calando, pero sería muy preocupante (en virtud de la historia que aquí hemos estado repasando) despedirse del espíritu crítico y sepultar los últimos vestigios de transversalidad en pos de un fanatismo ciego.


Lo que queremos decir, es que el proceso como un todo constituye un punto de inflexión. Es mucho más importante estar unidos pues las coincidencias son muchas y muy valiosas; y en el “ir por más” sabemos que gran parte del kirchnerismo lo acompañando; y que vale la pena hacer un esfuerzo para morigerar las mezquindades de la política para trabajar juntos por una Argentina más justa y equitativa. En este contexto es que nosotros podemos decir que estamos de acuerdo con el rumbo del país. Creemos también –por citar un ejemplo‐ en incentivar el consumo interno (uno de los mayores logros de este gobierno), cuando estuvo tanto tiempo deprimido y que tan necesario es para reactivar la economía. Sin embargo, lo creemos solo como medida de coyuntura, de transición; porque lo hacemos a sabiendas de la aún penosa existencia en la Argentina de necesidades acuciantes que solo pueden cubrirse con un fuerte y rápido envión económico. Pero de ninguna manera queremos una sociedad de consumo, con todo lo que ello significa cultural, económica, social y ecológicamente.


Creemos que estamos ante una oportunidad histórica (como tantas veces antes y hemos desaprovechado). Una vez atendidas las necesidades básicas insatisfechas por tanto tiempo y pagado la deuda del Estado con tantos argentinos víctima de la exclusión y el terror, tenemos la obligación moral e histórica de emprender un cambio profundo de modelo.


Esta vez tenemos la chance de hacerlo sin necesidad de que colapse lo que hemos construido para darnos cuenta de que está obsoleto, es esto también una llamada a atender las señales de la historia. Hacerlo sin nuevas experiencias traumáticas para la población (nadie quiere otro 2001); caminando con prudencia pero firmeza hacia una Argentina solidaria y sustentable; en consonancia con el proyecto de integración latinoamericano y con la convicción de una ciudadanía unida y concientizada, con vocación de participación democrática. Como dijo el inmortal Allende(18), aquella épica tarde de septiembre de 1973: La historia la hacen los pueblos… y es NUESTRA.



Notas y Bibliografía

1) Edvard Kardelj ‐ Sperans (27 de enero de 1910 ‐ 10 de febrero de 1979) fue político, hombre de estado

y publicista partisano antifascista y comunista. e le considera como uno de los ideólogos principales de

la formación de la República Federal Popular de Yugoslavia, junto a Tito.

2) Kardelj, Edvard (junio de 1977) en “El Sistema Político Autogestionario Socialista” dentro de “El

Sistema Político Yugoslavo” (selección de textos de Marta Harnecker), Centro Internacional Miranda,

2007, p. 22.

3) “Felicidad” entendida como deseo y respeto de la individualidad, sin dar definiciones universales de lo

que esto debe ser para todos (e.g. el paraíso comunista para unos, o la libre empresa para otros).

4) República Federativa Socialista de Yugoslavia (1963–1992).

5) Las asambleas pretenden ser órganos de decisión horizontales donde todas las personas puedan

participar de igual a igual.

6) Idem 1.

7) Hannah Arendt (Alemania, 14 de octubre de 1906 – Estados Unidos, 4 de diciembre de 1975) fue una

filósofa política alemana de origen judío, una de las más influyentes del siglo XX.

8) Amplíese en “Europa Laica apoya a los laicistas argentinos de Salta contra la religión obligatoria en la escuela” publicado por Europa Laica el 20 de agosto de 2010. URL:

http://www.laicismo.org/europa_laica/sala_de_prensa/comunicados/europa_laica_apoya_a_los_laicist

as_argentinos_de_salta_contra_la_religion_obligatoria_en_al_escuela.html

9) Rattenbach A. B., en “Introducción a la estrategia”, ed. Pleamar, 1979. p.28.

10) El Internacionalismo es un movimiento político que aboga por una mayor cooperación política y económica entre las naciones para el beneficio mutuo.

11) Hago esta distinción pues un argumento sistemático de parte de las derechas para pasar a descarte todos los modelos que se han diseñado desde el Estado de Bienestar hasta el Comunismo, ha sido justamente este, tildarlos de utópicos, distópicos o irrealizables.

12) Martín de la Guardia, R. M. y Pérez Sánchez, G. A. en “La Europa Balcánica”, ed. Síntesis, p. 90.

13) Service, Robert 2007 en “Camaradas” (breve historia del comunismo), ed. B. S. A., 2009 (España), pp. 351‐363.

14 Ver “El caso Islandia: un ejemplo de democracia 2.0” publicado el 28/06/2011 y recuperado el 6/07/2011. URL: http://www.virtualandco.net/blog/el‐caso‐islandia‐un‐ejemplo‐de‐democracia‐2‐0/

15) Josip Broz, "Tito" (Kumrovec, Imperio austrohúngaro ‐actual Croacia‐ 7 de mayo de 1892 ‐ † Liubliana, Yugoslavia ‐actual Eslovenia‐ 4 de mayo de 1980), conocido por su título militar Mariscal Tito, fue jefe de Estado de Yugoslavia desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte a los 87 años. Fue el principal arquitecto de la segunda Yugoslavia, una federación socialista, que duró desde la Segunda Guerra Mundial hasta 1991.

16) Julius Kambarage Nyerere (Boutiama, 13 de abril de 1922 ‐ Londres, 14 de octubre de 1999) fue un político tanzano, presidente de la Tanganica independiente (1962‐1964), y después de la federación de Tanzania (1964‐1985).

17) Bharat Ratna Śrī Pandit Jawāharlāl Nehru (Allahabad, 1889‐1964), fue un destacado político hindú. Líder del ala moderada socialista del Congreso Nacional Indio desde la lucha por la independencia. Primer ministro de la India desde la independencia el 15 de agosto de 1947 hasta su muerte.

18) Salvador Allende Gossens (Valparaíso, 26 de junio de 1908 – Santiago, 11 de septiembre de 1973) fue un médico y político chileno, presidente de Chile entre el 4 de noviembre de 1970 y el 11 de septiembre de 1973. Abanderado de la vía pacífica al socialismo, quien dijera la frase citada momentos antes de que la naciente dictadura de Pinochet le diera muerte, atrincherado en el Palacio de la Moneda.